Es una de los destinos más deseados por los amantes del sol, las inmersiones submarinas y la naturaleza pura: así es Lampedusa, último rincón de territorio italiano antes de la costa africana.
Magnífica isla situada al sur de Sicilia, Lampedusa forma, junto a la isla de Linosa y al escollo de Lampione, el archipiélago de las Pelagias (es decir, “isla del alto mar” según la mitología griega).
Tierra de frontera entre dos mundos, Lampedusa encierra características ambientales de dos continentes bien distintos: África y Europa. Basta pensar que se encuentra a 210 km de las costas sicilianas y tan sólo a 152 km de las africanas.
Lo que hay que ver
La costa del lado norte y la del oeste es alta e inaccesible, mientras que los lados este y sureste presentan magníficas playas de arena.
Desde las más pequeñas hasta las de mayor tamaño y más frecuentadas, las playas de Lampedusa son numerosísimas. Se abren a un mar espléndido dos pequeñas calas: Pisana y Uccello. En cambio, forma parte de una gran ensenada, Cala Spugna y Maluk, al este de la isla. Minúscula y con una arena blanquísima es la Cala Greca, mientras que desconocida para muchos es, en cambio, Cala Galera, a la que se llega a través de espectaculares ensenadas marinas.
No hay que dejar de ver la playa de Mare Morto, llamada así por la calma de sus aguas, y la homónima gruta. También aquí se encuentra la espléndida y poco frecuentada Cala Francese y la mucho más famosa y visitada playa de la Guitgia, desde la que se llega al pueblo, incluso con medios de transporte públicos, siendo la más cercana a la zona de hoteles.
Desde aquí se llega a la ensenada de Cala Croce y a la playa de Cala Madonna y Porto N’Tone: esta última especialmente recomendada para las familias con niños por su pequeño tamaño y su arena blanca y finísima.
En la vertiente sur de la isla se encuentra Cala Pulcino, donde se pueden visitar numerosas grutas.
Lo que hay que hacer
Dar una vuelta en barca por Lampedusa, en un recorrido que dura entre 3 y 4 horas, es el mejor modo para apreciar la belleza de las playas y de las calas.
La transparencia de sus aguas y los espléndidos fondos marinos así como la abundante fauna y flora hacen de esta isla un destino enormemente apreciado para las inmersiones submarinas, tanto diurnas como nocturnas.
Son muchos los puntos desde donde partir para el submarinismo y el snorkeling.
Con una inmersión fácil se llega hasta la estatua de la Madonna del Mare, a 14 metros de profundidad, rodeada de cuevas de pulpos y sargos. En las cercanías de un gran escollo emergido surge otro lugar donde sumergirse para observar meros, sargos y dentones. Para nadar a través de los campos verdes de la posidonia oceanica hay que llegar hasta Punta Parrino, que protege la isla de las olas y del viento.
Impresionante es la inmersión en Taccio Vecchio para admirar tanto la gruta submarina del mismo nombre como los peces viejas coloradas. En la misma zona se encuentra Punta Cappellone, poblada por atunes, peces limón, sargos, dentones y meros; mientras que en los bancos de levante, cuando el mar lo permite, se pueden hacer inmersiones y ver ejemplares de Tortugas Bobas.
En el norte, donde la costa es rocosa, se encuentran cubículos de langostas, dentones, cabrachos y meros. Además, en abril, se pueden avistar cachalotes.
Para los que prefieren las excursiones por tierra firme al mar, existen una serie de senderos que conducen hasta la cima de los tres principales relieves de la isla: Monte Rosso, con su cráter lleno de cultivos, Monte Nero y Monte Vulcano.
Lo que no hay que perderse
Un paseo por la isla de Conigli, con una de las más bellas playas del Mediterráneo, zona protegida por la presencia de Tortugas Bobas que deponen aquí sus huevos. A la isla, auténtico espectáculo natural, se puede llegar incluso si no se sabe nadar, porque los 100 metros que la separan de la costa no superan el metro de profundidad. Detrás de la isla existe un arco natural sumergido, colonizado por madreperlas naranjas, esponjas coloreadas, gambas rojas, cabrachos y morenas.
En las cálidas noches se puede disfrutar de una de las numerosas fiestas en la orilla del mar que se organizan a lo largo de las playas. Hogueras, barbacoas y música son un pasatiempo ideal.
Hay que probar el cous cous de pescado, plato típico africano muy común también en la cocina siciliana. En Lampedusa añaden además las gambas, la langosta y el marisco. Todo ello acompañado por los óptimos y frescos vinos blancos sicilianos.